7.10.10

Lo que tenga que ser, que sea.



Lo que tenga que ser, que sea. 




Y lo que no por algo será. 
No creo en la eternidad de las peleas, 
ni en las recetas de la felicidad...

y el que quiera creer que crea, 
y el que no, su razón tendrá. 
Yo suelto mi canción en la ventolera, 
y que la escuche quien la quiera escuchar. 

Ya esta en el aire girando mi moneda 
y que sea lo que sea.
(Jorge Drexler)

En todo viaje se tienen momentos felices, momentos de ensueño, instantes que en algún momento previo creímos utopías. También llegan momentos de dudas, de pesadez...

En todo recorrido se manifiesta la necesidad de reflexionar, de pararse y preguntarse ¿dónde estoy? ¿estoy en el lugar qué quiero? ¿quiero seguir andando de este modo? , si las respuestas son afirmativas desde luego que indican que se va bien.

Pero, ¿qué pasa si de pronto el camino que una lleva no es el deseado? ¿qué si de pronto no se está  a gusto y las condiciones de vida van empeorando?. Es aquí cuando hay que armarse de valor y ser capaz de poner las cartas sobre la mesa, y valorar, decir claramente "esto es lo que hay, esto es lo que quiero y este es o no es el momento para alcanzarlo del modo que deseo"...

Algo así me pasó en este viaje. Estaba trabajando alegremente en un bello paraje natural, aprendiendo infinidad de cosas sobre bioconstrucción, etc.,  me paré, observé más allá de lo inmediato y vi lo que había ante mí. 

Recapitulé, volví al inicio del viaje, a las circunstancias concretas que me movieron a salir de Canarias, y me di cuenta, de que las cosas no andaban  bien. Salí con la intención de lograr concretar mis deseos, mis apetencias más allá del mero viaje, salí con la clara idea de gozar, aprender y compartir mi día a día con personas ricas, sabias, bondadosas, alegres;  y no estaba obteniéndolo, pero lo peor no era eso, lo peor es que en ese camino de seguro no lo iba a obtener nunca. 


Es cierto que gocé, reí, andé  y canté de la mano de bellas personas. Lindísimas personas que me brindaron tardes de paseos por lugares históricos, graciosas miradas ante ricas pizzas, melodías musicales en medio de bellos parques, y risas y más risas en otros tantos lugares. Pero,  mi deseo iba más allá de pequeños momentos, era más profundo que todo eso. Y no era el momento.

Entonces, me pregunté ¿Vale la pena seguir andando por esta vereda cuándo sé que el esfuerzo va a ser mucho mayor que las recompensas?, ¿será mejor quedarme con el aprendizaje de que lugares como este son innecesarios en mi vida?


En este caso el esfuerzo no compensaba.


" Mi energía merece ser invertida en labores que aporten paz y desarrollo armonioso a mi vida" (me recordé).

Horas de meditación en el río me llevaron a decidir tomar mis cosas y salir de aquel lugar de ensueño.


Andar, seguir andando, no parar de andar en la vida.


Esta vez decidí regresar a mi hogar, y andar, viajar, experimentar y abrirme a la aventura en mi propio hogar, con mi gente, y con toda esa otra gente y lugares que aún me quedan por descubrir en casa, en Canarias.






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