25.6.13

Mujer 8: Documental "Miss escaparate"

Les dejo a continuación un documental muy interesante sobre el "maltrato" que los medios de comunicación infringen sobre la mujer. Es otra buena oportunidad para reflexionar sobre nosotras mismas, y observar de qué manera los medios de comunicación, los libros, los sistemas educativos y los patrones culturales marcan  y limitan,  o expanden nuestra libertad y bienestar personal. 




11.6.13

Mujer 7: Historia de un parto

Me es inevitable continuar con la publicación semanal enfocada en la Mujer. Como mujer que soy siento muchísimo interés por todo aquello que nos afecta, sobre todo, como habrán podido comprobar mediante las publicaciones anteriores, siento gran curiosidad por todo lo relacionado con la sexualidad, la maternidad y el desarrollo personal de nuestro sexo.

La vida me parece lo más bonito que tenemos, realmente siento que es lo único que tenemos, o al menos lo único que yo verdaderamente  poseo.  Naolí nos transmite el testimonio de una partera Mexicana y la experiencia de parto de su tercera hija.

Las palabras de Naolí, así como las imágenes que se registran, me parecen de una belleza incalculable y, sobre todo despierta en mí un gran optimismo respecto al amor.

Espero disfruten de la experiencia.


4.6.13

Mujer 6: Cuentos que nos sanan



No quería permitirme cerrar este periodo dedicado a la  Mujer, sin comentar la aportación tan enriquecedora y transformadora, que Clarissa Pinkola ha supuesto para mí, y sé que también para otras muchísimas mujeres.


Hace quizás más de una década, mi madre comenzó a hablarme de una mujer que escribía sobre los cuentos, que hablaba de la mujer salvaje y de lobos, me decía también que leerla cambiaría mi visión sobre mi misma. Después de mi madre, fueron otras muchas mujeres,  quienes siguieron recordándome la existencia de alguien que había escrito un libro maravilloso, el cual de no ser leído, significaría mantenerme voluntariamente en la ignorancia sobre el  poder intrínseco de toda  mujer.




Tanto insistieron y por tantos frentes, que finalmente agarré el libro de la tal Clarissa y comencé a leerlo. Me resultó tedioso; “¡Qué le ven a este libro!”, pensé. Insistí una y otra vez, pero ni modo. Con los años se dieron las circunstancias perfectas para el reencuentro. Me encontraba agotada emocionalmente, sentada en un aeropuerto con 13 horas por delante. Regresaba a casa tras un frustrado intento de reencontrarme conmigo misma. Llevaba varios años andando tras mi sombra por diversos países, y aún me sentía perdida, quizás más que cuando comencé a buscarme. Además, en esas fechas andaba arrastrando el dolor de mi vuelta de México.  Una aventura universitaria que había concluido pero que prometía seguir,  un país que abandoné voluntariamente dejando atrás un sorprendente amor,  por no ser lo suficientemente valiente. Mis miedos unidos a la muerte repentina y trágica, de un gran compañero de juegos de la infancia, alimentaron la lista de razones por las que partir,  y así  salí huyendo hacia mi hogar, un hogar que estaba solo en mis sueños.

Intento tras intento de encontrarme, de sentirme plena, Viva, todos frustrados. 

Estaba rendida, había intentado todo lo que estaba en mi mano y más, pero andaba a ciegas y dando tropiezos por rincones del Mundo. Me llegaban cosas y personas maravillosas y no lograba disfrutarlas, no las aprecié.  Lo intenté en Inglaterra, en México, en Madrid.... Salí huyendo del infierno de cemento y humo en el que se habían convertido algunas ciudades, y comencé la búsqueda de caminos más naturales y sanos, pero tampoco ahí encontré nada. 


Dónde , dónde..... dónde!!!!!!!


Viajaba y trabajaba, descansaba lo justo. No me rendía, pero estaba errada, buscaba fuera, fuera de mí. Hasta que me cansé, caí rendida. Mi cuerpo gritaba, mi mente me atormentaba. Era el momento de parar, de reflexionar, de sentir. 

Mi reencuentro con Clarissa tuvo lugar durante las últimas horas de un de esos viajes.  Yo, con mi mochila como única compañera, y ya sin casi nada de dinero, ni esperanzas.




Tenía ganas de vivir aventuras, de fluir con la vida, pero las cosas no me salían bien y sola, era muy difícil, por eso volví a casa. 

Volviendo al aeropuerto. Era temprano, aún había quienes tomaban el desayuno. Miré el dinero que tenía en el bolsillo y me pregunté si no era mejor invertir una parte en algún libro y otra en la comida para las restantes 13 horas...

Encontré un  kiosko de esos que tienen de todo, allí estaba “El Libro”, allí estaba esa portada azul con dos mujeres corriendo con los pechos medio descubiertos. Me lo pensé dos veces pero, no podía dejar escapar el encuentro, tenía infinidad de horas antes de tomar el avión de vuelta a casa, y necesitaba un estímulo para levantar cabeza. Quería encontrar una explicación a lo que me estaba pasando. “¡Por qué no estoy bien en ningún lugar, por qué nada me convence, ¿dónde está la alegría de vivir, dónde la motivación, dónde dejé olvidada la pasión! por qué me complico tanto la vida!


No me pude leer el libro completo desde luego, ni tan siquiera me leí un cuarto. Tan solo lo abrí instintivamente y comencé a leer uno de sus cuentos y su posterior análisis, luego leí otro y ya dediqué el resto del tiempo a reflexionar. No recuerdo las reflexiones, simplemente guardo en mi memoria la sensación de asombro, el impacto que me causó y que hizo que no volviera a tocar dicho libro hasta hace pocos meses. 



No encontraba sentido a nada, esa era mi sino en aquel momento. Pero con el tiempo, ese día, esas horas de reflexión en el aeropuerto, dieron su fruto. 

Hace poco pues,  agarré entre mis manos de nuevo "Mujeres que corren con lobos", y me lo leí desde la primera hasta la última página, con verdadera devoción. Presté muchísima atención a cada palabra, a cada hecho y ahí fue cuando comencé a comprender y a modificar mi conducta. Me sentí tan reflejada que me era inevitable comprender a las protagonistas de los cuentos, los símbolos, las experiencias. Comprendí que la clave está en observarme, permitirme sentir, permitirme ser y respetarme, sobre todo respetar quien verdaderamente soy y no lo que creí ser. Es un trabajo arduo, constante. A veces caigo en la desidia, en la inercia, pero vuelvo una y otra vez a recordarme. 

Las primeras ocasiones en las que tomé en mis manos este gran texto, yo no estaba preparada, o quizás no quería ver lo que su contenido me mostraba, necesité tiempo para encararme ante mi propia realidad y también para  digerir.

Esta última vez,  quizás hace 3 meses que lo acabé, sí fue impactante, penetrante y transformador. Las ocasiones anteriores quizás también lo fueron, pero de un modo más superficial, no quería plantearme ciertas cosas de las que  Clarisa escribía. Esta vez lo hice con calor, sabía que no iba a leer simples cuentos sino que iba a encontrarme conmigo misma, cara a cara con mi sombra y mi luz. 

Estaba deseando escucharla, leerla, conocer esos mensajes ocultos, ese simbolismo transmitido de generación en generación que se me había pasado por alto. Tomé el libro como lo que es, un libro, pero lo leí como si fuera  un mapa sobre mi persona, un mapa que tendría que descifrar observando mi propia vida, mis hábitos, el modo en el que me trato, la manera en que hablo de mi misma o los juicios que lanzo sobre mi persona, observé cómo me relaciono conmigo, con mis amigas, con los hombres. 

Me preguntaba si yo podría ser una verdadera mujer salvaje, antes no lo sabía, ahora tengo claro que no es que pueda serlo, simplemente lo soy.







Cuentos por la diversidad

¡Cuántas ganas tenía de poder contarlo! Hace tiempo que comencé a magullar una idea, llevo meses buscando entre libros y en los archivos de ...