5.2.17

Crianza...

Fuente: Internet

Crianza Natural, Crianza Respetuosa.... Hace pocos días una amiga me reenviaba un artículo sobre la "Moda de la Crianza Natural", no tengo el enlace por lo que no puedo redireccionarles (lo siento, pero lo perdí), en él se comentaba que circula entre la población adherida a ésta moda una fe ciega  en los resultados positivos que la fórmula "colecho-porteo-amamantar" procura sobre quienes la practican, en la relación sana entre progenitores e hijos/as y en el desarrollo sano a nivel emocional, mental y físico de las y los bebés. Aseguraba que muchísimas familias adoptaban tal fórmula para lograr unos hijos/as cuyos futuros serían sí o sí,  de adultos sanos emocionalmente, autónomos...etc.

Desde antes de ser madre tuve innumerables ocasiones de escuchar testimonios de familias creyentes en ésta fórmula, mamar-dormir juntos-llevar en portabebés. Yo misma me sumé al movimiento mamá canguro-coclecho a toda costa, pero una vez me encontré con la realidad; sentí, experimenté y, me expresé y comencé a escuchar otro tipo de testimonios, más sinceros y profundos sobre la realidad de dicha moda, así como de las consecuencias de seguirla a raja tabla; cambié, dejé la creencia fija y me flexibilicé.

Madres estresadas, agotadas, incluso lesionadas por portear a sus hijos/as a todas horas desde el nacimiento; parejas rotas por la obsesión de la madre de dormir a solas con el bebé y no dedicar tiempo ni a sí misma ni a su pareja; mujeres heridas porque consideraban que había que dar de mamar a cualquier precio. Llantos, depresiones por la culpabilidad de no poder amamantar, o de seguir amamantando cuando ni física ni emocionalmente podían más.

Cuando llevamos al extremo cualquier creencia, por mucho que nos duela, solemos caer en el error. Mi experiencia me dice que el colecho es maravilloso, pero agota, sobre todo si hay un bebé que mama unas 10 veces por noche aún con 10 meses... 14 meses... (por suerte no ha sido nuestro caso). También aprendí que portear está genial, pero que no sirve de nada si lo hago como una creencia y no desde el deseo, desde la apertura, desde el corazón y desde el respeto hacia mí misma. Colgarme a mi hija en la mochila un día de agotamiento y mal humor puede ser motivo de cambio de ese estado gracias a la cercanía con la niña, sentir sus manos acariciando mi pecho, mis brazos..., olerla... o, al contrario, en lugar de mejorar puede desencadenar en rechazo hacia la pequeña y culpabilidad por tal rechazo. Entre otras muchas posibilidades.

Yo dejé de portear hacia los 15 meses, aunque me era más práctrico para según qué salidas, acababa con dolor de espalda y vértigos. También está ahora en su cama, en su propia habitación; a pesar de que antes de nacer me dije y verbalicé que estaría con nosotros en la cama hasta que ella saliese de la misma por su propio pie (había leído y escuchado que se suele dar sobre los dos años o más adelante). Y en realidad ella había empezado a demandar un espacio para dormir sola, a ratos se iba a su sillón cuna y pedía dormir sola por pequeñísimos instantes. Así que aproveché la disposición y adecuamos en su habitación una cama segura, cómoda y a la que ella puede acceder cuando le apetezca sin ayuda.

Amamantar. Uff... ¡cuánto dilema!. Mi experiencia es que entre más energía ponemos sobre el asunto, peor se pasa. Es decir, creo que lo primero que hay que hacer es preguntarnos ¿cómo me siento al dar de mamar?. Si la respuesta es que ya no puedes más, busca tu estrategia, la adecuada para tu caso, respetando a tu hijo/a para dejar el pecho. Si la respuesta es estoy agotada, pero quiero seguir porque sé que mamar es saludable física y emocionalmente para mi hija/o, pues también, busca tu estrategia, la manera en la que puedas dedicarte más a tí sin dejar de dar el pecho. Y si no tienes claro si quieres o puedes seguir adelante, siempre puedes buscar ayuda externa, como una Doula, una Matrona, un Grupo de Lactancia... y o compartir tu experiencia con otras madres para llegar poco a poco a esa respuesta que tienes en tí pero que no alcanzas a ver en este momento. 

En mi caso... yo estaba agotada, al borde de la desesperación. Sin dormir bien por las noches, siempre menos de 3 horas seguidas desde antes de nacer la niña, rendida por la cantidad de horas que se quedaba pegada al pecho mamando (no pegada sin mamar... no, mamando), y por el día pegada dos horas seguidas, a veces más (cuando eran más siestas pues... más teta).  Mi solución fue cambiarla a su cama, además de darle más actividad física, veo que lo de la actividad física es fundamental en nuestro caso. También cantarle le ayuda a dormirse antes, así que entre más canto menos teta. Ahora mismo parece estar en una etapa de desapego (yo lo llamo así), quiere más canto, más cuentos, cosquillas y menos teta. Y yo agradecida, porque me canso menos.

De cualquier modo, me di cuenta de que tomaba menos tiempo el pecho cuando más cansada estaba, pues el agotamiento la llevaba a caer rápidamente en el sueño. Sin embargo, las tardes o días que no tenía mucho movimiento se pegaba más al pecho. Desde mi limitado conocimiento, creo entender que cogía tanto pecho no por hambre, sino porque no lograba quedarse dormida. Así al menos sigue siendo. Mucha actividad física, menos teta, más sueño profundo. Poca actividad física, más pecho para dormir, más despertares nocturnos, por lo tanto menos tiempo para mí, más desgaste físico y más agotamiento. Y bueno, en mi caso, es cierto que me ayuda a mantener el pecho cuando siento que en procesos gripales, catarrales, etc., tomar el pecho le proporciona calma, alivio y mejoría. Nada más por esos ojos rojos reflejando alivio en las tomas de madrugada cuando ha estado mala me hacen sentir que lo mejor que puedo hacer por ella en esos momentos es darle sin medida lo que más le place, mi pecho.

Y sí, hay tantas situaciones como niños/as. No existe el copia y pega, ni la fórmula correcta. Cada cual ha de hacer según su sentir, sus circunstancias. Ahora bien, yo creo que como madres y padres, como adultos que somos, que hemos decidido traer al mundo a un Ser; es un acto de responsabilidad hacer lo que este en nuestra mano y aprender (informarnos, formarnos, cuestionarnos...reinvertarnos incluso) para darnos y dar lo mejor de nosotros. Sin juicios, sin culpas pero siendo conscientes de que gran parte del proceso de maternidad/paternidad responde a patrones aprendidos e insconscientes, por ello cuestionarnos lo que hacemos, reflexionar, observarnos, permitirnos y soltar, soltar mucho para dejar ser, para que emerja el yo sano y logremos disfrutar de cada instante. El proceso es intenso, incluso a veces denso, pero es así, sin más, para que haya luz ha de haber oscuridad, y viceversa. 

Gracias por compartir este rato de lectura. Me place escribir, es catártico para mí, y me place saberte leyéndo. Un abrazo y Feliz maternidad, paternidad... :) 




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