5.8.17

Dos vueltas al sol


A mi hija;

Juntas, así es como hemos estado estos dos años, inseparables. Me sentí profundamente apegada a ti, tenía miedo de dejarte bajo la responsabilidad de otra persona, temía que te pasase algo. Proyecté todos mis miedos sobre tu pequeño (gran) ser. Los demás lo hacían todo mal, nadie sabía atenderte como merecías... así eran las cosas en mí. Dominada por el miedo.

Poco a poco he ido acallando las voces internas, el ruido. Poco a poco he ido serenándome y confiando. Poco a poco, gracias a la experiencia, he aprendido a identificar mis miedos y a separarlos de tu ser. Esto es mío, me pertenece y es a mí a quien toca solucionarlo. También he aprendido a diferenciar entre el miedo que me ayuda a situarnos en un lugar seguro, y el miedo que me limita y te limita crecer.

Aprendizajes, dos años de profundos, intensos, y algunos dolorosos aprendizajes. Hace poco leía que el cambio no duele, que lo que duele es aferrarse a lo que nos limita. Soltar trae paz, calma, amor, claridad, energía, y es símbolo de valor, de coraje, de amor propio incluso.

Y aquí estoy, a tu lado, siempre acompañándote, aún cuando no me ves, unidas por el lazo de amor más fuerte que jamás haya podido imaginar. Aquí estoy, observándonos, aprendiendo, creciendo juntas, segura de que todo lo que hago es lo mejor que se hacer en este momento, y que seguiré mejorando a cada paso.

Agradecida por tu existencia. Profundamente agradecida por los aprendizajes.



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