14.3.18

Te tiene agotada

¡Tu hija te tiene agotada!

¡Vaya cara que llevas, seguro que tu hija te chupa la energía!

¡Tranquila, pronto empezará en el colegio y tendrás tiempo para ti!

¡Qué cansada se te ve, seguro que no te deja ni un minuto libre!, ¡ya queda menos para que la metas en la guardería!. 

¡Y no está en la guardería, tan grande!

Frases como las anteriores las llevo escuchando desde que nación mi hija, y sé, que no soy la única a quien se las dicen. ¿Te ha pasado?, ¿las has escuchado?, y tú, ¿qué respondes?. 

Yo suelo responder corporalmente, me reservo las palabras para mi hija, cuando lo hago, me dirijo a ella diciéndole la verdad; "estoy cansada porque no he dormido bien", "necesito parar un rato", "tú no me agotas mi amor, necesito un poco de ayuda...", etc. 

No, mi hija no me agota, me agotan las miradas juiciosas, me agotan las intromisiones en el cómo educo o dejo de educar a mi hija, me agotan las faltas de respeto sobre ella por el simple hecho de ser una niña, me agota tener que interponerme entre ella y otras personas para que no la besen ni la agarren cuando ella ya ha manifestado que no quiere ser besada, ni tocada, ni agarrada. 

Me agota la falta de apoyo a todos los niveles. 

Me agota la desconexión de la naturaleza, la falta de tierra para mancharnos, para jugar. 

Me agota que le digan a mi hija que ya es grande y tiene que estar en la guardería, que le digan que deje descansar a mamá. 

Me agota lo artificial, el foco en lo material, en lo productivo, me agota tener que dejar de ser yo para encajar y que mi hija encaje negándose a sí misma. Por suerte, en esto voy progresando y cada vez soy más yo, y menos lo que se espera de mí, aunque sí, vivimos en una sociedad, con unas normas... y unos límites que sí, mejor en ciertos aspectos adaptarse, porque quien se adapta, es quien mejor vivirá, ahora bien, mejor escoger a lo que se quiere una adaptar. 

Mi hija no me agota, me agota la falta de humanidad, la falta de tribu, el apoyo real. 

Mi hija me enseña, me alienta a seguir adelante, me muestra otras formas de ver, de ser, me permito crecer a su lado. 

Mi hija me regala cada mañana su mirada, su amor, su inocencia, su creatividad, y la curiosidad, las ganas de experimentar el mundo. 

Mi hija me da energías y mirándola me inunda el valor, el coraje para soltar lo viejo, lo aprendido y atreverme a vivir lo desconocido, o incluso lo negado, lo que antes no me permitía sentir, hacer, vivir. 

Su sola presencia es fuente de motivación, hago por aprender, por hacer lo necesario para conocer sus procesos, sus ritmos y acompañarla desde el amor incondicional, desde el respeto absoluto de su ser. 

Mi hija me ama, y yo la amo, y con ella cada error es una nueva oportunidad para ser mejor. 

Y a ti, ¿te agota tu hija/o?


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