30.12.18

Despidiendo 2018



Como cada año los últimos días de diciembre llega la revisión de cajones y carpetas, me despido de aquello que ya no es útil o válido en mi vida y cierro las puertas a lo que ya concluyó. Dejo espacio para lo nuevo; nuevas experiencias, personas, objetos, aprendizajes... Las acciones externas reflejan mi estado interno, limpio fuera y dentro, dentro y fuera. Algunos años tengo más tiempo para rituales sencillos, otros me limito a hacer una limpieza interna unida a alguna visualización. 

Este año está siendo especialmente simbólico, llegan regalos que me traen recuerdos de lo que quiero soltar, e invitaciones a apetecibles encuentros y experiencias. 

Y como cada año también, dedico un tiempo a visualizar lo que deseo para el año entrante, algunos de mis deseos más profundos tienen que ver con la libertad y la seguridad de las personas, sobre todo de las mujeres, quienes de alguna manera nos estamos viendo cada vez más acorraladas por el aumento de la agresividad en esta sociedad tan desconectada y deshumanizada. Me gustaría ver cómo las personas vamos tomando conciencia sobre la responsabilidad individual en este tema tan delicado, y cómo socialmente nos apoyamos desde los primeros instantes de la vida, unas a otras, las personas, para que dejen de crecer monstruos feroces, devoradores del alma ajena, despojadores de sueños, de vidas. Porque por más que nos duela, la realidad es que está en nuestras manos favorecer esos cambios, dar sostén a las personas para que puedan crecer en paz, y si no se entiende bien lo que quiero decir, lo explico mejor, la agresividad, la violencia es una cuestión histórica, estructural, ... y sólo desaparecerá, si eso puede llegar a ocurrir, en el momento en el que las personas nos sintamos felices con nosotras mismas, y para ello ha de haber un sostén, una atención, dedicación, desde que se está en el vientre materno, es necesario que tomemos consciencia de que todos estamos conectados, de que somos seres sociales y nos necesitamos. Basta ya de competir, basta ya de tanta individualidad... basta de ser más que el otro/a... pongamos nuestra energía en crecer felices, en mejorarnos como personas, y seamos nosotras mismas... expresemos nuestras necesidades y responsabilicémonos de nuestras vidas. Hagamos de este lugar que habitamos, un lugar de tranquilidad, de cariño, de comprensión, hacia nosotras mismas y hacia el resto. Cuidémonos y cuidemos de las demás personas. 

Me duele cuando leo noticias como las de Laura, Diana, Sara, Marta...Gabriel... en este mundo tan lleno de dolor puede existir la paz, la tranquilidad, la seguridad, y depende de cada una de nosotras, personas con poder de decisión, con poder de actuación, con capacidad para responsabilizarnos de lo que somos y contribuir a que este mundo cada vez sea más sano, porque está enfermo, y si no hacemos nada, enfermamos con él. 

Deseo pues que tomemos conciencia de nuestros dones y los desarrollemos, que seamos felices con nosotras mismas, y nos dediquemos a vivir nuestra vida, porque podemos ser el cambio que deseamos ver en el resto, porque la vida es un espejo... y lo que hay fuera, hay dentro de nosotras, y mejorándonos a nosotras mismas, lograremos irradiar esa luz, esa paz, ese amor y ese gozo que tanto necesita la humanidad. Y quizás nuestra luz sea pequeñita, aún así será suficiente para que quienes comparten nuestra vida la sientan y vibren con ella... y así se expanda. 

Mis deseos de paz y amor son una posibilidad real en ti, en mí, en cada ser viviente. 


FELIZ 2019

Fuente de las fotografías: google

21.11.18

Conexión Vientre Corazón



Les invito a participar en la Semana de Conexión Vientre Corazón que nos ofrece Danza a Pórter  en modalidad online. Aunque comenzó hace unos días aún estás a tiempo de acceder al contenido y practicar los ejercicios.

Para mí la experiencia está siendo muy inspiradora, y está trayendo al presente textos, imágenes, y ejercicios de gran calado. Espero que te animes y lo disfrutes.

Toda la información en https://semanadeconexion.danzaaporter.com/ 


14.11.18

Inercia

¿Te dejas llevar por la inercia o te permites  ser quien verdaderamente eres?; ¿te sientes como un robot, actuando de manera automática, sin plantearte cuestiones sobre tu vida cotidiana, tus hábitos?

¿Te planteas el para qué de lo que te ocurre y tomas decisiones sobre ello, o te dejas llevar por los acontecimientos sin más?

Bratislava. 
No puedo escribir de normas, leyes, generalidades... puedo escribir de lo vivido, de lo que siento, creo, pienso en este momento de mi vida, que quizás no sea lo mismo que pensaré, creeré... en un futuro. 

Comparto porque compartir es vivir, y porque escribiendo sano, me sano y quizás alguien se sienta "tocado/a" por mis palabras como yo me sentí con las de otras personas, palabras de esas que "hacen click" en nuestro interior y nos abre a un mundo nuevo de posibilidades infinitas, o cuanto menos que nos conectan con algo que andaba perdido en los mares internos. 

Eso es lo que hay en este blog, artículos espontáneos la mayoría de ellos, basado en mi sentir, con algunos de ellos aún me siento identificada, con otros no, pues son parte de lo que era y ya dejé de ser. 

Hoy, me siento inspirada a escribir de nuevo, con calma, con profundidad, desde el corazón, y públicamente, no siempre he hecho público lo que escribo, sobre todo me he reservado para mí y a veces también para mis círculos de confianza más próximos algunos de los escritos más intensos, más transformadores. 


Hoy pretendo retomar el hábito de escribir, de abrirme a la vida, al mundo, sin miedo, compartiendo como muestra de agradecimiento y reconocimiento a la verdad individual, a la mía propia y a la de todas las personas que nos atrevemos a salir de nuestro caparazón y mostrarnos humanas ante el mundo, simplemente por compartir, por crecer juntas, todas las personas. 

Retomando el tema que me late hoy, ¿inercia o elección consciente?. 

Quiero contar que a lo largo de mi vida he experimentado situaciones muy complejas, desde la más tierna edad, y en muchísimas ocasiones me he preguntado qué sentido tenía seguir viva, la tristeza me ahogaba por momentos, ya desde los 7 años, incluso antes. Fui fuerte, muy fuerte, y salí adelante, a veces "pisando" a quienes se entrometían en mi camino, y no de manera consciente (lo siento, ustedes). Pura inercia, puro automatismo aprendido. Otras muchas veces destruyéndome a mí misma, consciente e inconscientemente. Pura inercia. Ahora, con 33 años, madre de un hermoso ser de tres,  y en plena crisis evolutiva, me pregunto nuevamente, ¿estoy viviendo o sobreviviendo?, ¿quiero vivir o quiero sobrevivir?;  y mi respuesta es VIVIR, sí, con mayúsculas, aunque al sistema no le guste, aunque lo pongan difícil, aunque todo lo aprendido en años de repetición automática de patrones inconscientes tire de mí hacia la mera inercia, QUIERO VIVIR, ELIJO VIVIR, y con ello mando a la mierda a todos los que intentan que me mantenga sometida al camino que otros que ni conozco quieren para mí.

Parece que "ser" es un problema (ser tu mismo/a, no una mera réplica de nuestros ancestros), no digamos ser madre con todo lo que ello conlleva; criar con apego, atender con amor, desquiciarse en el  camino... yo me perdí en la díada mamá- bebé. Nada de lo anterior es productivo, pues claro que no es productivo, yo no quiero producir, quiero sentir y dejarme llevar por lo que mi cuerpo me pide, estar para mi hija y satisfacer las necesidades que como madre requiere que satisfaga; quise darle todo mi ser a mi hija, y lo hice, y ahora me toca volver a mi centro, pues quizás me perdí más de lo saludable, quizás me olvidé totalmente de mí porque nadie me enseñó a cuidarme, porque no tuve modelos cercanos en mi infancia de personas que recordaran que para dar y vivir plenamente,  el primer paso es cuidarse a sí misma, así mismo. Ahora sigo siendo para ella, aunque antes soy para mí. 

Porque por más luchas en las que una participe, por más asociacionismo, por más reivindicaciones sociales, por más movimientos alter, sub..under... por más esfuerzo que uno ponga fuera de sí, si no se pone el mismo en la propia persona, si no hay equilibrio, sirve de bien poco. Para mí la verdadera revolución, la verdadera aportación al mundo, al otro y a las generaciones futuras, no es hacer un voluntariado, trabajar en causas sociales, etc., para mí, la verdadera revolución, el verdadero cambio está en mirarse una bien adentro y permitirse soltar toda la mierda que traemos, aceptar lo que hemos sido y elegir cómo queremos ser y hacer con lo que cargamos en nuestro interior, y responder a la vida con vida, con amor, y no con resentimiento y odio. Y al tiempo de darme también dar al otro, dar a la sociedad lo mejor de nosotras, personas en el camino de la liberación de patrones nefastos que no generan más que destrucción, represión, ira, miedo.

Elegir vivir no es sencillo, pues supone decir no a muchas "oportunidades fantasma", estar fuera del mercado laboral en áreas en las que se hace incompatible el propop ritmo con el trabajo mecánico y vacío de contenido que muchas personas desempeñan. Además de ello, volviendo a la maternidad, yo elijo vivir, y vivir siendo madre presente. Elegir vivir supone estar consciente, estar presente e intentar ser coherente con los principios de una, saber que nos caeremos, que erraremos y que nos volveremos a levantar, que podemos volver a intentar lograr aquello que queremos alcanzar, a probar nuevos caminos, nuevas maneras... En este mundo en el que la titulítis sigue siendo la moda, en el que la historia del facebook y la foto de turno en instagram son la carta de presentación... no es sencillo integrarse estando presente en el presente y pasando por alto al ego y las máscaras para con los otros. 

No creo que elegir vivir sea estar fuera del sistema, porque el sistema, el gran sistema, está compuesto por infinidad de subsistemas, es decir, no veo lucha, veo aceptación de que todo es válido para quien así elige reproducir o hacer, y que individualmente podemos elegir si participar de aquello que nos encontramos. Siempre hay elección, por duras que puedan ser las consecuencias, y de todo aprendemos, eso lo tengo bien claro.  Se puede convivir aunque no se compartan las formas, y ni tan siquiera los objetivos. Es cuestión de caminar el propio sendero, de crearlo e ir cambiando de dirección cuando se muestren experiencias con las que no se resuene. 

Persona, madre, y con un título.

Soy educadora social, se espera de mí como profesional que sea una persona dada al otro, activa socialmente, involucrada en multitud de causas con y sin sentido.... , en las entrevistas de trabajo, en muchas, esperan de mí que acepte un horario rotativo en turnos de mañana, tarde, noche o fines de semana intensivos. ¡Gracias!, pero no quiero poder establecer rutinas para mí, y además quiero estar con mi hija, acompañarla en su vida de manera estable, armoniosa, no quiero dejar a mi hija sin mi presencia para hacerme cargo de otros niños/as, eso lo viví en mi propia piel, y resultó tan dañino, que casi acabo yo también siendo una niña en un piso tutelado. No ocurrió así, pero tuve todas las papeletas para estar en alguno. No podemos cuidar al otro si no nos cuidamos nosotros, y tampoco podemos ejercer una maternidad sana, o una paternidad respetuosa si estamos dándo a otros lo que se necesita en casa. Porque luego se llegará a la casa con tal cansancio, con tantas ganas de desconectar, con tantas necesidades no cubiertas que no podremos estar para quienes están bajo nuestra responsabilidad. Obviamente, esto es mi visión, sin más, me lo enseñó la experiencia de ser niña con una madre ausente, de ser educadora en pisos tutelados, lo aprendí siendo madre, y me lo recuerdo cada vez que echo un CV o me llaman para alguna entrevista. 

A veces me enfado tanto, que necesito gritar, gritar y gritar y luego llorar, llorar,  y patalear. ¿Por qué nos lo ponen tan difícil?, y por qué especialmente a las madres no se les permite simplemente ser madres y se nos sostiene socialmente en esos momentos en los que necesitamos sostén, para nosotras poder sostener.  Hay muchas que no quieren ese sostén, que quieren dejar a sus bebés en otros brazos, no dar el pecho y seguir adelante con sus carreras profesionales, ok, genial, pero eso tiene consecuencias demostradas en el desarrollo de la persona, de la humanidad. Si lo quieren hacer que lo hagan, aunque creo que deberían elegir estando informadas, conociendo de antemano la importancia del contacto materno, de la presencia de la madre en los tres primeros años de vida, de la lactancia materna a demanda y a término, ... hay tanto desconocimiento, hay tanta ignorancia sobre nuestro propio cuerpo, sobre nuestra propia persona, sobre los bebés y sus necesidades reales, más allá de la mera alimentación y el cambio de pañales. Hay quienes quisimos trabajar desde casa y no lo logramos, quienes quisimos retomar estudios y los abandonamos entre tetadas nocturnas y despertares tempranos. ¡Dónde está el sentido común que apoya a las madres!, a las bases de esta sociedad, para que verdaderamente podamos crear una sociedad sana y no lleno de personas que actúan por inercia arrastrando las carencias desde sus primeros días de vida y sobreviviendo porque no han tenido muestras de cómo vivir plenamente. Somos seres gregarios, necesitamos del otro para desarrollarnos, aprendemos de los otros, por imitación desde que estamos en el útero de nuestra madre, no podemos hacer lo que no hemos sentido, experimentado, visto, ... por tanto, nosotros los adultos, que tenemos la capacidad de hacer más allá de lo imitativo ¿por qué no nos decidimos por vivir nuestras vidas desde ese ser genuino que somos? Se valiente, ten coraje y abandona la inercia, no es fácil, pero si verdaderamente liberador y gozoso. Y yo, sólo estoy comenzando en este camino, ¡sé que lo que vendrá será aún mejor!. 

Me sé multitud de respuestas a las preguntas que planteo, aún así, me apetecía plantearlas aquí, porque este blog además de ser una herramienta de desahogo, de alguna manera es mi carta de presentación en las empresas, porque ahora todo está en las redes, todo se mira y se cuestiona, y me enfada tener que esconder en una entrevista de trabajo quien soy, y  que soy madre, y que mi prioridad es mi hija, y que lo que quiero es vivir y no sobrevivir con un sueldo de mierda para pagar un alquiler abusivo y comer marca blanca transgénica porque no llegue a más. 


Mi sueño era aportar lo mejor de mi al mundo, era mi deseo, ser una persona influyente en el buen sentido de la palabra, motivadora, inspiradora de cambios, y sé que en algunos momentos, en algunas personas que me he encontrado entre senderos, ha sido así, algunas me lo expresaron, por mi mero compartir-me. Ahora tengo un nuevo sueño, es mantenerme en mí, es no volver a violar yo misma mis propios derechos, es respetar mi cuerpo, mis ritmos, mis necesidades y no abandonarme para darme a las demás personas, es recordarme siempre que elijo vivir, elijo sentir la vida y estar presente, en la realidad física y no en mundos de fantasías evadiendo mi responsabilidad sobre mí misma. Mi sueño es tener la fortaleza necesaria para transformar esa realidad cuando sienta que es transformable, sabiendo en todo momento qué camino es el más sano para mí y para mi familia, el más satisfactorio, el camino del corazón. 

MATERNIDAD, MATERNIDAD....MATERNIDAAAAAAAAAAAD



Cuando llegué a la maternidad agradecí toda la información que me llegó de golpe, agradecí las bofetadas de realidad que recibí, pues ellas me hicieron crecer, y mi hija, con toda su inocencia y el amor más puro que jamás pude imaginar , me ha ido mostrando mis errores, mis creencias equivocadas, mis debilidades, y también mis fortalezas. Me ayuda a darme cuenta de cuándo estoy en inercia, ausente, evadiéndome... 

En el estado de trance inicial tras el parto aluciné con la demanda del bebé, flipé con las exigencias sociales, y las directrices de matronas, enfermeras, etc. Me perdí en un mar de llantos porque no tenía ni idea de lo que era estar con un bebé, no conocía mi cuerpo para saber qué hacer ante tales altibajos hormonales, ante las caídas empicado de mis emociones, ante las noches, semanas, meses y años, casi sin dormir más de tres horas seguidas. Agradezco todo eso, porque ahora veo la realidad desde otro prisma distinto, y retomando los sueños, he soñado un nuevo sueño, he soñado y sueño despierta con aportar con mi vida, un granito de arena a la humanización de este planeta. Porque estamos desnaturalizados en esta parte del mundo, y tristemente en otras muchas, estamos muy alejados de nuestra esencia, de nuestro ser, de nuestras emociones, y me pregunto cómo generar espacios de encuentro significativos, cómo fomentar relaciones sanas, sociedades pacíficas si no somos capaces de sentirnos a nosotras/os mismas ni de satisfacer nuestras propias necesidades. Y mi única manera es aportar siendo yo misma, respetando mis necesidades, acompañando a mi hija de la manera que creo, y relacionándome con el mundo desde la honestidad de quien verdaderamente soy. Mujer, madre, hija, amiga, compañera....siempre aprendiendo y desaprendiendo.

Un día soñé con escribir desde el corazón públicamente, sin caer en victimismos ni ataques sin sentido, y hoy comencé a hacerlo, rompiendo las barreras del miedo, del qué dirán y mandando de nuevo a tomar por saco a quienes se aventuran a criticar la vida que no se han permitido vivir en sí mismos. 



10.8.18

Entre libros

Entre jugar, jugar, jugar, mantener la casa y cumplir con otras exigencias de la maternidad, por fin he encontrado un rato para retomar el blog, y también para la lectura. Llevaba tiempo que ni leer, ni asomarme por esta ventana, estoy ahora, no sé ni por cuánto tiempo ni cuándo regresaré. Lo que tengo claro es que cada vez más estoy en el momento presente, y que poco me queda para dedicar a aquello que no es importante, necesario o urgente. 

Hoy me apetece compartirles los títulos de algunos de los libros que he leído, en primer lugar les recomiendo la lectura de "El cerebro del niño", de Tina Payne y Daniel Siegel, aunque hay madres que me comentaron en su momento que les resultó una lectura pesada, para mí no lo ha sido en absoluto, es más, es de esos libros a tener en la biblioteca, para consultar o releerlo al completo, ahora bien, que lo que me encanta no es el enfoque que tiene sobre la educación, pues se lee entre líneas una figura autoritaria, poco centrada en el ritmo y necesidades emocionales de los niños/as, o eso me pareció a mí, lo que sí que me gustó fue su explicación sencilla, clara sobre el funcionamiento de nuestros cerebros, su desarrollo y el cómo poder actuar para fomentar un desarrollo inter-hemisférico armonioso, sano, pleno. 



Otro de los libros que me gustó fue el de Julio Basulto, "Se me hace bola", me parece una lectura agradable, sencilla, y también muy clara sobre las claves de la alimentación infantil, yo resumiría casi todo en "somos el ejemplo a seguir", lo que ven nuestros hijos e hijas, hacen, si hay comida basura en la mesa, comerán basura, si hay comida sana, comerán sano. Además de esta idea, transmite datos, opiniones y recomendaciones muy valiosas para quienes somos madres/padres o acompañamos en la infancia. 


Más, adentrándonos en el mundo de la educación activa recomiendo el libro de Katia Hueso, "Somos Naturaleza", me resultó interesante el recorrido histórico que realiza sobre la ecología y la educación ambiental, me ayudó a darme cuenta del lugar que ocupo entre los diferentes enfoques que podemos tomar en el trato con nosotros mismos y lo que nos rodea, y más allá de esa introducción teórica, me enriqueció con las innumerables referencias bibliográficas, las webgrafías, apuntes sobre arte y naturaleza, cine, etc. Lo que me llevo de su primera lectura es el cambio en mí respecto a cómo me percibo en este lugar que ocupo en el mundo, y la idea, que ya me rondaba pero no estaba integrada en mí, de que todo es naturaleza, y todos/as lo somos y por tanto calificar algo como externo a ello, es disociarnos de nuestra propia persona. 


Obviamente todo lo que escribo son valoraciones personales, pura subjetividad, por lo que entiendo que otras personas que se lean los mismos libros no encuentren en ellos lo que yo sí, pues, cada libro, cada experiencia, se comprende desde el ser individual que lee, experimenta, y aunque podamos compartir impresiones, seguro que navegando entre letras estos títulos a cada una/o les ofrece infinidad de posibilidades diferentes. Yo creo incluso, que de volver a leerlos en otro momento me enriquecería con cosas que en la primera lectura no fui capaz de retener, comprender, etc. 

Y más títulos, este último no lo he acabado de leer, aunque lo estoy deseando, se trata de "Inocencia Radical", de Elsa Punset. Me llegó por sorpresa, andaba buscando entre los estantes de la biblioteca un libro de Gabrielle Roth, del que ya les escribiré en otro momento, y de pronto, el título me atrapó, comencé a leerlo de inmediato y quedé enamorada de su contenido. He escuchado a Elsa Punset en diferentes momentos de mi vida y es sobre todo en esta última etapa en la que he resonado con su sabiduría. Este libro me está ayudando mucho a comprenderme mejor y a acercarme a mi hija, e incluso a las demás personas desde otro nivel, más sano, más humilde y comprensivo. 


14.3.18

Te tiene agotada

¡Tu hija te tiene agotada!

¡Vaya cara que llevas, seguro que tu hija te chupa la energía!

¡Tranquila, pronto empezará en el colegio y tendrás tiempo para ti!

¡Qué cansada se te ve, seguro que no te deja ni un minuto libre!, ¡ya queda menos para que la metas en la guardería!. 

¡Y no está en la guardería, tan grande!

Frases como las anteriores las llevo escuchando desde que nación mi hija, y sé, que no soy la única a quien se las dicen. ¿Te ha pasado?, ¿las has escuchado?, y tú, ¿qué respondes?. 

Yo suelo responder corporalmente, me reservo las palabras para mi hija, cuando lo hago, me dirijo a ella diciéndole la verdad; "estoy cansada porque no he dormido bien", "necesito parar un rato", "tú no me agotas mi amor, necesito un poco de ayuda...", etc. 

No, mi hija no me agota, me agotan las miradas juiciosas, me agotan las intromisiones en el cómo educo o dejo de educar a mi hija, me agotan las faltas de respeto sobre ella por el simple hecho de ser una niña, me agota tener que interponerme entre ella y otras personas para que no la besen ni la agarren cuando ella ya ha manifestado que no quiere ser besada, ni tocada, ni agarrada. 

Me agota la falta de apoyo a todos los niveles. 

Me agota la desconexión de la naturaleza, la falta de tierra para mancharnos, para jugar. 

Me agota que le digan a mi hija que ya es grande y tiene que estar en la guardería, que le digan que deje descansar a mamá. 

Me agota lo artificial, el foco en lo material, en lo productivo, me agota tener que dejar de ser yo para encajar y que mi hija encaje negándose a sí misma. Por suerte, en esto voy progresando y cada vez soy más yo, y menos lo que se espera de mí, aunque sí, vivimos en una sociedad, con unas normas... y unos límites que sí, mejor en ciertos aspectos adaptarse, porque quien se adapta, es quien mejor vivirá, ahora bien, mejor escoger a lo que se quiere una adaptar. 

Mi hija no me agota, me agota la falta de humanidad, la falta de tribu, el apoyo real. 

Mi hija me enseña, me alienta a seguir adelante, me muestra otras formas de ver, de ser, me permito crecer a su lado. 

Mi hija me regala cada mañana su mirada, su amor, su inocencia, su creatividad, y la curiosidad, las ganas de experimentar el mundo. 

Mi hija me da energías y mirándola me inunda el valor, el coraje para soltar lo viejo, lo aprendido y atreverme a vivir lo desconocido, o incluso lo negado, lo que antes no me permitía sentir, hacer, vivir. 

Su sola presencia es fuente de motivación, hago por aprender, por hacer lo necesario para conocer sus procesos, sus ritmos y acompañarla desde el amor incondicional, desde el respeto absoluto de su ser. 

Mi hija me ama, y yo la amo, y con ella cada error es una nueva oportunidad para ser mejor. 

Y a ti, ¿te agota tu hija/o?


21.2.18

Esenciales

Hay autoras que se me antojan esenciales para tomar conciencia sobre una misma, entre ellas destaco a Laura Gutman, a Yvonne Laborda y por último y no menos relevante, a Melina Bronfman, todas abarcan el vasto campo de la maternidad, cada una desde su ser, desde su experiencia y enriquecido por su amplia formación y desarrollo profesional. Y, aunque su foco está en la mamá o en la díada mamá bebé, lo que hasta el momento he leído y/o escuchado de ellas, habría de ser leído y escuchado por la sociedad general, no sólo por las madres, los padres y por quienes profesionalmente nos dedicamos a la educación/crianza, son fundamentales porque tocan los aspectos esenciales del ser, y facilitan el darse cuenta de qué estamos haciendo con nuestra vida, qué hacemos con los demás...

http://www.lauragutman.com.ar











http://yvonnelaborda.com












http://materpater.com.ar

5.2.18

Palabras

Hace más de diez años deambulaba por las calles de Arrecife con mi amiga Dafne, éramos dos locas adolescentes deseosas de evadirnos de la realidad de la manera más sana que muchos ni pueden imaginar, lo nuestro era bailar y reír, y entre risas y bailes caían algunas copas, pero poco era lo que hacía el alcohol en nuestras mentes ya embriagadas por la dureza que nos rodeaba. 

Algo que nos ayudaba a trascender nuestra realidad cotidiana y seguir adelante era conocer gente nueva, nos divertía hablar con todo el mundo y lanzarnos a cualquier aventura que se nos propusiera, juntas, siempre juntas. 

Aquel fin de año, tras una cena casi surrealista en casa de unos amigos de mi madre decidimos celebrar lo que quedaba de año a nuestra manera, salimos a la calle, y pulgar en alto llegamos a la capital conejera. Callejeando y entre risas dimos con unas peninsulares algo despistadas, habían celebrado la partida del año con una hora de antelación y buscaban dónde despedir el año canario ... Arrecife estaba desierta, aún quedaba una hora para que las discotecas se inundaran con el gentío. 

De aquel encuentro repentino surgió el cariño hacia aquellas tres mujeres, tres hermosas almas, madre e hijas, que nos acompañaron hasta mi casa para escuchar las campanadas. De aquella noche no recuerdo mucho más, porque después de las risas y las campanadas hizo presencia el alcohol, bendita adolescencia, y digo bendita porque siempre nos creí bendecidas a Dafne y a mí por alguna mano protectora, de esas que no se ven pero que se sabe que están. 

Lo lindo de la noche, lo mágico, fueron aquellas tres mujeres que aparecieron de la nada y reorientaron nuestra aventura hacia algo más sano y seguro, pararon un poco nuestros pies sin saberlo y nos dieron la compañía que nuestros corazones anhelaban, creo que por eso siempre he sentido agradecimiento, porque eramos tan inconscientes que cualquier cosa nos podía haber pasado, no esa noche, sino cualquiera de las noches en las que nos lanzábamos a la aventura del mal vino y el auto-stop. Vivimos nuestra vida como nos apeteció, sí, pero no hay que negar que nos salvamos de muchas, por estar juntas en todo momento, y porque algo superior a nosotras nos guiaba de algún modo, y se dieron las sincronías necesarias para siempre salir airosas. 

Y escribo todo esto, para presentar a una de aquellas tres mujeres, que de alguna manera ha estado presente a lo largo de los años, cada Navidad, cada Noche Vieja, con los mensajes típicos de las fechas, y en algún que otro momento compartiendo otras experiencias.  Recuerdo que la primera vez que vi nevar fue estando a su lado, en Madrid, y que de no ser por ella habría pensado que lo que caía sobre mis hombros eran trocitos de papel... así me pareció la nieve aquella primera vez. 

Lucía Álvarez, actriz, creadora, una mujer que desde la distancia deja notar su fuerza, su perseverancia y su pasión. 

A continuación les dejo unas palabras; como le comentaba esta mañana, palabras necesarias de ser pronunciadas, y también escuchadas. Creo que al mundo le falta que todas nos atrevamos a pronunciar ciertas verdades, y que dejemos de tapar, de sepultar lo que nos apasiona, que soltemos amarras y nos lancemos a la expresión de nuestro ser, ya sea a través de las palabras de otros o de las nuestras propias, pero que nos expresemos, sin más.



Reflexionaba; como un encuentro fortuito... puede cambiar el rumbo de unas vidas...

Amazona

Hace tiempo que no logro escribir una publicación completa, a veces siento que la maternidad me tiene absorbida, luego reflexiono y me recuerdo a mí misma que no es cuestión de la maternidad, sino más bien del contexto social, de la cultura a la que pertenezco... y de otras tantas cosas que afectan a la maternidad, a la vida, pero que no se bien por qué lo negamos y reducimos todo a culpar a la maternidad.

Ayer vi una película que me aportó luz, claridad, y también esperanzas, confianza en mi sentir, en mi hacer... despertó en mí sentimientos dormidos. Les comparto el enlace Película online Amazona, pueden verla pinchando sobre él.

En la película se relata la historia de una madre que toma decisiones radicales en su vida, decisiones que afectan a sus hijas e hijos de manera determinante. La hija menor es quien realiza la película, quien va en busca de la madre y le pregunta por aquello que hizo, y por sus motivos. Me gustó sentir el amor que esa hija profesaba a su madre, me gustó la claridad con la que planteaba sus dudas, me enamoró el cariño con el que trató su historia, y admiré la capacidad de no juzgar, y sí cuestionar. La honestidad de sus palabras y la sencillez de su lenguaje.

No profundizo en la historia porque creo que es digna de ser vista, y merecedora de entregarnos a los sentimientos que despierte en nosotras/os.


Cuentos por la diversidad

¡Cuántas ganas tenía de poder contarlo! Hace tiempo que comencé a magullar una idea, llevo meses buscando entre libros y en los archivos de ...