10.9.15

Yeoguije

A mi niña interna, a Yeoguije, quien hizo de espejo y me recordó  lo que es el amor sano y puro. 

La niña del Desierto, "mi niña", la de la tez morena y ojos grandes, la de mirada profunda, la traviesa, la de sonrisa alegre con fondo triste, mi niña. Yeoguije. 

Creo que nunca escribí bien tu nombre, pero gracias a que lo hice hoy, seis años después de nuestro encuentro puedo por fin recordar su pronunciación. Me fui del desierto sintiendo profundamente mi partida, quería estar a tu lado; tu cariño, tu compañía me marcaron profundamente. Tu inocencia, tu dulzura y la dureza del lugar marcaron en mí un antes y un después. Fueron muchas las personas a las que conocí, infinidad de experiencias, de momentos intensos...pero lo me dejó una huella profunda fue esa mirada de niña entristecida, encarcelada en  la Hamada, sin posibilidad de partir. Mi niña, me dolió irme y no poder decirle a tu gran familia (Lamira, Ahmed y Said) "Vénganse conmigo", "vengan a visitarme cuando quieran". 

Han pasado seis años, años para mí lleno de experiencias inolvidables, de momentos alegres y también tristes, de viajes a lugares hermosos, han pasado infinidad de personas ante mis ojos, pero nada ni nadie ha conseguido borrarte de mi recuerdo, me llegaste bien profundo, estás en mi corazón. Fuiste mi espejo pequeña, fuiste esa luz que me recordó que yo también se amar y que merezco amor, amor del de verdad, del sano, del inocente, amor del que se le tiene a una madre, a una hija, a una hermana. Despertaste en mí mi sed de amor, de dar, mi sed de compartir y disfrutar mi vida. Fueron tiempos duros los que pasé en el desierto descubriendo día a día el disparate humano. Ese viaje me marcó, nadie queda indiferente cuando viaja a Tindouf, quien pisa el desierto cambia, pues sí, y quien pisa Tindouf no deja de cambiar nunca si mantiene vivo el recuerdo. 

Hoy tengo ante mí a otro ser hermoso, alguien que me recuerda la ternura de tus ojos, ella, mi pequeña ha de estarte agradecida porque tu presencia en mi vida hizo posible que yo re-conociera en mí ese deseo de maternar. Gracias hermosa por haber compartido conmigo tu sonrisa, Gracias por recibirme con tus brazos abiertos desde el primer instante y por demostrarme que da igual el tiempo porque cuando se encuentran dos almas no hay relojes que valgan. Fuiste una luz en la inmensidad oscura de la Hamada, fuiste una luz en la oscuridad de mi vida y hoy y siempre te estaré agradecida por ello. 

Gracias a ti y a tu pequeña gran familia, porque para mí tu existencia sí que es muy valiosa, les aprecio y deseo con toda mi alma que un día, pronto, tu y tu pueblo respiren el aire del mar y naden en la inmensidad del Océano. 

PAZ Y LIBERTAD PARA TODOS LOS PUEBLOS

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si te apetece puedes dejar aquí tus comentarios. Gracias.

Cuentos por la diversidad

¡Cuántas ganas tenía de poder contarlo! Hace tiempo que comencé a magullar una idea, llevo meses buscando entre libros y en los archivos de ...